“La Eucaristía es mucho más que un regalo momentáneo de Su presencia”, dijo el Obispo Michael Mulvey durante su tercera charla preliminar, cuyo tema fue: “Eucaristía y Misión”. La última de sus pláticas que anteceden al Congreso Eucarístico 2022 y que se llevó a cabo en el Salón Parroquial de Our Lady of Victory en Beeville el 26 de marzo. “Somos llamados personas eucarísticas, no solo porque celebramos la Eucaristía, sino también porque vivimos con la Eucaristía. Dios dio su vida por nosotros. Nuestro ministerio es nuestra misión: ser Cristo para los demás”.
Sobre estos conceptos principalmente, el Obispo fue desarrollando y profundizando su plática citando ejemplos evangélicos, frases o meditaciones de algunos santos y experiencias personales, que motivaron a la audiencia de más de 100 personas a escuchar y participar muy activamente.
“El Espíritu Santo sigue haciendo avanzar a la Iglesia. Desde el Concilio Vaticano II, hemos entendido mucho más acerca de quiénes somos y quién Dios quiere que seamos. Estamos en la cúspide de una nueva forma de vida. Y yo diría, más de acuerdo con la manera en que Jesús es, y más de acuerdo con lo que Él quiere que seamos hoy”. Dijo el Obispo estableciendo una diferencia entre las enseñanzas de nuestros ancestros cercanos y retomando las ideas de los principios de la Iglesia y la evolución de la misma a partir del Concilio Vaticano II.
Llamando a la Eucaristía “el gran tesoro, el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de nuestro Señor”. El Obispo Mulvey dijo que Jesucristo está presente, lo dice El mismo: -Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos-> (Mateo 28; 20). “No es sólo por una creencia intelectual, de nuestra Fe. Es sobre todo la emoción que incluye un proceso, donde se involucra al corazón, es una realidad espiritual, que tenemos que entender en todo nuestro ser”, dijo.
"Santo Tomás de Aquino dijo: -te conviertes en lo que comes-. La Eucaristía nos está transformando a ti y a mí. Estamos siendo transformados: tú eres Jesús, yo soy Jesús. Ser Cristo para los demás es uno de los efectos de la Eucaristía, y no es sólo la Eucaristía sino también la Palabra, vivida día con día en el Encuentro. Él está en ti y en mí. Recuerden el Juicio a las naciones: -En verdad, os digo: en cuanto lo hicisteis a uno solo, el más pequeño de estos mis hermanos, a Mí lo hicisteis-» (Mt 25,40).
“Si, la Eucaristía tiene el efecto de transformar a la persona en lo que ella come. Y no lo dije yo, lo dijo Santo Tomás de Aquino, que es un Doctor de la Iglesia. Entre más consciente eres de eso, y entre más participas de la comunión, más te transformas en lo que comes. Santo Tomás también decía que el efecto propio de la Eucaristía es una divinización de la persona”.
“Tú y yo nos estamos convirtiendo en Dios por participación. Estamos creciendo en la vida de Dios en nosotros y al mismo tiempo, nosotros en la de Él, porque Jesús dijo: ‘Yo estoy en Él y Él está en Mí’”, “Los que permanecemos en Él (es de ese permanecer del que habla San Juan en el Evangelio) somos más conscientes de que algo está pasando en nosotros”. Dijo el Obispo Mulvey, añadiendo que el mayor impedimento para participar en esa transformación, es el individualismo: la actitud del - yo contra los demás-. ‘Tu, eres diferente, por lo tanto no tengo por qué prestarte atención… o si eres de otro país; por lo tanto, no eres parte de mí.”
“Dios es el padre de todos los pueblos. “Cuando pienso que soy mejor que alguien, o que mi vida o mi país no tiene nada que ver con tu vida o tu país, estoy mal porque Dios es el padre de todos. Si yo creo que Dios es mi padre, y que también es tu padre, la consecuencia es que tú eres mi hermana o mi hermano, que somos hermanos.”
Durante la Misa que antecedió a su plática, el Obispo habló de lo rápido que somos para juzgar a los demás y no le damos oportunidad al Espíritu Santo de que se haga cargo de ellos, y de nosotros en hacernos más humildes. “Lo que criticamos de otros o de alguna falta que vemos; habla de nosotros mismos. Vivir la vida cristiana no es vivir enjuiciando a los demás, sino vivir a la luz de lo que celebramos en la Eucaristía. Es entrar más profundamente en la vida de Jesús, en su ‘Misterio Pascual’ y ¿qué es el Misterio Pascual? En esencia es morir y resucitar, y no me refiero solamente a la parte física, sino a esa parte de nosotros en que fallamos o cometemos errores; al hacerlo morimos y al reconocerlo resucitamos, esas cosas de la vida que son tan difíciles de confrontar, porque cuando nuestro orgullo entra, la rodilla esta débil para admitirlo, porque me da vergüenza.” Explicó el Obispo.
“Cristo está en nosotros porque el Espíritu Santo habita en nosotros, somos templos del Espíritu Santo, la Eucaristía alimenta esa vida del Espíritu Santo. Pero no termina ahí. Miremos por un momento el Evangelio de San Juan, los discursos de la Última Cena; Jesús tomó el pan…, y San Pablo también lo relata. Lo partió, se los dio a sus discípulos y les dijo: 'Esto es mi cuerpo para ustedes. Y tomó la copa y pronunció estas palabras: -‘Esta es mi sangre derramada por vosotros’-. Era un sacrificio conmemorativo de lo que sucedería. Pero luego dijo, ¿haced esto en memoria mía? Si, puede ser así en la liturgia, en la celebración. Pero también significa, 've y haz lo mismo: da tu vida por tu amigo y tu enemigo'.
“¿Qué dice el evangelio? Jesús hizo cosas vergonzosas, para la gente de su tiempo; fue y se sentó junto al pozo con la mujer samaritana. Y habló con ella. Fue más allá de todas las normas culturales establecidas en su tiempo, conductas no acostumbradas. Los samaritanos eran diferentes. Tenían raíces judías, pero habían estado en la diáspora (exilio), habían perdido su pureza, y al regresar, hablaban otro idioma. Mantenerse alejados de ellos era la norma. Hablar con ellos era pecaminoso. Pero Jesús se sienta con ellos. Habla con ellos”.
“Vio a Zaqueo arriba del árbol, a ese horrible, horrible, recaudador de impuestos que estafaba a todos. Y Ėl dijo: ‘ Zaqueo, quiero ir a tu casa a las 8 de la noche. Esta noche.’ ¿Ves? Es porque Él estaba listo. Incluso en esos momentos antes de la cruz, estaba dispuesto a dar su vida por ellos. Estaba dispuesto a renunciar a su honor. Estaba dispuesto a ser avergonzado por otros. ¿Por qué?, porque Dios era el padre de Zaqueo. Dios era el padre de la mujer samaritana. Y por eso contó la hermosa parábola del hijo pródigo y el padre amoroso. El padre ni siquiera hizo una pregunta. Pidió que trajeran esa cabra y la pusieran al fuego. Dijo: ‘Consigue esa túnica, consigue ese anillo. Mi hijo ha regresado’. Ese es el modelo que Jesús tenía en Dios, su Padre. Jesús nos muestra que esto es lo que Dios es: -Quiero poner anillos en tus dedos, no una cuerda alrededor de tu cuello. Quiero poner una túnica en tu cuerpo, no quitarte la ropa y desnudarte. Quiero comer contigo. Y no ponerte en una pocilga con un balde de desperdicios.-
"Quiero estar contigo. Por eso, el Papa Francisco sigue hablando de acompañamiento (estar con). Y así, cuando Jesús muere en la cruz, trae todo eso a consumarse. Todo lo que Él sabe que es, se cumple en la cruz. Incluso da su vida, y la muestra de una manera real. Haced esto en memoria mía, para que como sus discípulos, al participar de ese momento de la Eucaristía, sea un momento de oración profunda”.
“Jesús nos llena de vida todo el tiempo. En el capítulo 5 de Mateo, las palabras reflejan la acción de la Eucaristía. –‘Si estas presentando tu ofrenda sobre el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo que reprocharte, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mt. 5:23-24).
Esta cita del Evangelio de San Mateo, dijo el Obispo trae a mi memoria una historia muy conmovedora que les voy a contar. Hace tiempo, fui a Pakistán a participar en un retiro para seminaristas en la ciudad de Karachi. Llegaron a recogerme del aeropuerto, un sacerdote y tres seminaristas, uno de ellos llamó mi atención porque tenía una cicatriz muy marcada en su rostro. Durante el retiro, después de una de las pláticas, terminábamos de almorzar, cuando el seminarista se acercó y me preguntó, si podría darle unos minutos, porque quería platicarme la historia sobre su cicatriz; yo le contesté que me gustaría escucharlo. Me contó, que eso le pasó hacía dos veranos. (Quiero aclarar que en ese lugar la cristiandad es mínima; 0.1 o 0.2 % y existe mucha discriminación.) En sus palabras me dijo: - Trabajaba yo en una fabrica formal de mermeladas, y estaba envasando la mermelada cuando se me acerco mi supervisor y mirándome con una expresión de furia en sus ojos, me dijo: -me han dicho que tu eres cristiano ¿es cierto? - yo conteste seguro de mi mismo – si soy – entonces me dijo, - por hacer lo que tu haces, le estas faltando al pueblo de Dios, le estas faltando a su pureza – cogió un frasco lo rompió y con un pedazo de vidrio me rajo la cara, me corrió del trabajo y me dijo que Dios no quería que lo volviera a ver. Eso pasó y estando en el seminario se comprometió a vivir cada mes una frase del Evangelio. Para su sorpresa una de las frases que le tocó fue esa, “Si estas presentando tu ofrenda sobre el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo que reprocharte, deja allí tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano…”
Padre, me dijo el seminarista,- yo tuve una lucha muy grande con esto, porque me dije; voy a ser un sacerdote y voy a estar usando las palabras de Jesús; -‘Este es mi cuerpo para ti’- y ¿cómo voy a hacer eso después de lo que me pasó?, trabaje mucho y con la ayuda de un director espiritual pude empezar a tomar algunos pasos. Y me platicó, dijo el Obispo, que primero, le escribió una carta a aquel hombre, (el supervisor) en donde le decía: cualquier cosa que yo haya hecho para enojarlo en mi contra, le pido perdón y le deseo Feliz Ramadán. (Ya que por esas fechas se celebraba el Ramadán) y mandó la carta. Unos meses después, era tiempo de Navidad. El seminarista se encontraba en casa con su familia y tocaron a la puerta, he aquí que era el hombre que le rajó la cara y le dice: -¿Por qué me enviaste esta carta, a mi, por qué? – él le contestó: - Porque yo creo en que Dios es el Padre de todos y eso nos convierte en hermanos, creo en la fraternidad universal.- el hombre empezó a llorar y le dijo: - Mi religión enseña lo mismo, es solo que yo no lo hago, pero vengo a disculparme contigo.- Le dio una carta deseándole feliz Navidad y un frasco de mermelada. También le dijo, -pero esa cicatriz es permanente, ¿cómo puedes vivir con ello? Pues le diré, dijo el seminarista, -cada mañana veo mi cicatriz en el espejo y me acuerdo de usted, recuerdo que usted y yo somos hermanos.
“Eso es Eucaristía, esa es una acción Eucarística” dijo el Obispo, “alguien que no tiene sus raíces bien puestas, no podría hacerlo, porque la respuesta humana es simplemente otra. Aquí vemos a Dios en nosotros, al poder de Dios en nosotros.”
“La Eucaristía y nuestras acciones: todo el mundo conoce a Teresa de Calcuta y la maravillosa obra que hizo por los más pobres de los pobres, pero ella dijo que a menos que creamos y veamos a Jesús en la apariencia del pan en el altar, no podremos ver en él, el angustioso disfraz de los pobres. Sus hermanas pasan cada mañana una hora en la capilla en adoración. Después de lo cual se van a trabajar para servir a los pobres”.
Citando a Santa Teresa dijo: “La Eucaristía implica saciar el hambre que todos tenemos de Cristo. Pero Él también dice: ‘Venid a mí’. El también tiene hambre de nuestras almas.”- Y también dijo que debemos orar a Jesús para que nos dé esa ternura por la Eucaristía. “Ahí es donde entra la adoración.
“Hermanas y hermanos, la adoración no es un momento para pasar el tiempo y sentirnos bien, sino para crecer en un amor tierno por la Eucaristía, por Jesús, tal como lo harías con el esposo, la esposa, el hijo o un amigo. Pasas tiempo con ellos. Fuera del momento de la acción, pasas tiempo con ellos en adoración. Creces en una ternura”.
“Dios tiene un plan de misión para todos nosotros. Santa Teresa de Lisieux, quería darle a Dios los mejores regalos. Todo el mundo piensa que los regalos, los dones, están en lo que uno hace como vocación —sacerdotes, monjas, vida conyugal, científicos…, pero después de leer la Epístola de San Pablo a los Corintios, ella escribió, ‘los dones más perfectos no son nada sin el amor’”.
El Obispo continuó leyendo un extracto de uno de sus libros, diciendo: “La caridad es el camino excelente que conduce con seguridad a Dios. Comprendí que sólo el amor hace actuar a los miembros de la Iglesia, y que si el amor se extinguiera, o se extinguiera la Eucaristía, No hubiera habido apóstoles que predicaran el Evangelio, ni mártires que derramaran su sangre. Comprendí que el amor abarca todas las vocaciones, que el amor lo es todo” escribió Santa Teresita.
“El Amor, dijo el Obispo, abarca todos los tiempos y lugares, - en una palabra, el amor es eterno”.
Después de la charla, del Obispo, los asistentes se dividieron en pequeños grupos de discusión para compartir sus pensamientos y reflexiones con respecto a la charla y a cuatro preguntas que se hicieron.